Monday, May 17, 2010

El auto rojo

Esa noche íbamos por el camino de regreso a casa. Como todos los días, ya estaba vacía la ciudad y la salida a la carretera estaba sola.
El conductor del taxi en el que nos subimos esa noche no era exactamente una persona a la que yo le hubiera llamado atenta o confiable, no se por que, tal vez la vibra o la cara de estreñimiento que traía. Tal vez era un mal día.

El semáforo intermitente anunciaba que ya era tarde y que el transito era poco, así que el conductor, sin fijarse, metió primera y atravesó la carretera sin el mas mínimo cuidado. Cuando escuchamos el rechinido de llanta que anunciaba un evidente choque. Sentimos del lado izquierdo un golpe que sacudió tanto que nuestro cuerpo que chocaron las cabezas de unos con otros. Cuando se pasó el sobresalto pude ver el auto que nos golpeó, era de un color rolo verdaderamente llamativo y no pude creer que el taxista no le hubiera visto si estaba tan cerca de ese cruce.
Hubo algunos golpes pero nada considerablemente grave.
Corrimos con suerte, pero ese color rojo que lastimaba las pupilas de quien lo viera no lo podré olvidar.

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